Hacía tanto tiempo que no pasaba por aquí, que me he asombrado de que la última entrada date de junio de 2018, y que ésta sea el
Madrid-Comillas.
Al releer la crónica de este brevet me he dado cuenta del veneno que es la larga distancia y por qué se hacen a veces tantas locuras.
La de hoy, va de eso, de locuras que nos mantienen vivos y en forma, pero sobre todo va del cariño que le tengo a este deporte y en parte, es también, una deuda con mis amigos
David Manzanilla y
Joserra Hervás, que durante todo este tiempo me han pedido que contara mis aventuras y desventuras de 2019 y parte del 20.
Han pasado muchas cosas desde aquel Comillas, y como no podía ser de otra manera, me centraré en los acontecimientos más relevantes, que han sido muy variados y más pintorescos de lo que me hubiese gustado.
PARÍS-BREST-PARÍS 2019
La PBP es la prueba más antigua y una de las más exigentes de la larga distancia. Se podría catalogar como la Olimpiada de la modalidad ya que se solo se organiza cada 4 años.
Hay que realizar un recorrido de 1200 km que transcurre desde París a Brest y vuelta. Hay que realizar la prueba en un máximo de 90 horas.
Para participar es imprescindible homologar la serie de brevets de 200, 300, 400 y 600 km en el mismo año.
Las plazas son limitadas y la demanda es fabulosa. Se abren las inscripciones por fases, optando a la primera aquellas personas que hayan homologado un 1000 el año anterior.
La segunda fase de inscripciones se abre para todos los que tengan en su poder un 600 (aquí se pudo inscribir Iñigo), la tercera se abre para los que tengan un 400 (aquí me pude inscribir yo) y así sucesivamente con el 300 y el 200.
Obviamente, las posibilidades se van reduciendo y dejarlo para el final es muy arriesgado.
Los organizadores de la mítica prueba es el Audax Club Parisien. Merecería un capítulo aparte hablar de semejante organización. Impecable a todos los niveles.
Una vez explicado someramente lo que es la prueba y los requisitos que se exigen, voy a detenerme en como intenté prepararme para, primero lograr las homologaciones y segundo, para llegar a la PBP lo más preparada posible.
Empecé el año de fábula, me hice primero dos 200:
Ambos organizados por
GDC Pueblo Nuevo
Acabé los dos con muy buenas sensaciones y en una forma estupenda.
A continuación me lancé a por otros dos 300:
En éste, pagué la primera parte que fue muy rápida y luego acabé muy apajarada.
Después, me tiré a la piscina con el 300 de La Quesera organizado de manera impecable por
CC Chamartín.
Este brevet es tan bonito como duro. Me dio una pájara subiendo Navafría que me hicieron saltar las alarmas, pero en Lozoya me avituallé bien y conseguí superar la última dificultad montañosa (Canencia Norte) y bajar a Madrid con un fantástico viento a favor.
Desde Riaza hasta la meta fue con dos comañeros de lujo Nacho y Borja. La verdad es que fue un brevet del que guardo un cariño especial y una gran satisfacción por haberlo terminado.
El recorrido es espectacular transcurriendo por la Sierra Norte de Guadalajara y pasando por localidades como Tamajón, Riaza y Pedraza. Se suben el puerto de La Quesera, Navafría norte y Canencia Norte.
Ahora empieza ya la larga distancia, tenemos que homologar el 400.
También me lancé con dos:
Primero hice el 400 de Loeches de Pueblo Nuevo
Sufrí muchísimo con el frío, fue una noche durísima, no había manera de entrar en calor. La llegada a Cuenca rodando paralelos al río, fue mortal. Era la época de Juego de Tronos, y de verdad que parecía que estábamos más allá del muro.
Por suerte, una vez que amaneció, tuvimos un día estupendo y pudimos pedalear felices.
En el lapso de tiempo entre estos dos brevets, murió mi padre, y al parón físico lógico se unió un desgaste emocional tremendo que posteriormente me pasó factura.
Estuve dudando si hacer el Comillas pero pensé que me vendría bien hacer esta prueba a la que tanto cariño tengo.
Al final me lancé sin haber andado mucho en bici en las últimas semanas y conseguimos el objetivo.
También pasamos muchísimo frío, especialmente en la bajada de la Palombera, que al frío añadimos una niebla espesísima.
Me hice con ella, pero al cabo de una semana comencé con un catarro tremendo que fue el comienzo de mi calvario de lesiones.
Solo me faltaba homologar el 600. Teníamos pensado hacer el de
Salamanca pero tanto Iñigo como yo estábamos enfermos y no pudimos presentarnos.
Quedaban dos opciones, el de Pueblo Nuevo o el de Chamartín, que tenía ya una fecha muy justa.
La semana previa al 600 de Pueblo Nuevo, estuve con una fiebre tremenda y una tos seca que no me dejaba vivir (con estos síntomas a día de hoy, me hubieran confinado). Iñigo me dijo que esperara al de Chamartín, pero pensé que iba a probar con éste y no perder una oportunidad.
Así pues,me planto en Algete para hacer mi primer 600.
Fue un sufrimiento sin paliativos, la tos no se iba y yo creo que del propio esfuerzo me había vuelto la fiebre.
Pensé que al tran-tran y parando para descansar unas horas iría bien, pero cuando llevaba unos 300 Km, mis piernas empezaron a flaquear. Sentía un dolor que no reconocía, era con si las piernas se rompieran por dentro.
(Según lo escribo, me sigo cabreando conmigo misma por ser tan bruta)
Pensé que con unas horas de descanso se pasaría, pero cuando me metí en la cama del hotel de soria, el dolor no paraba. No podía ni darme la vuelta en la cama.
Al cabo de unas horas, nos levantamos y continuamos la ruta, las piernas no me daban tregua.
Iñigo me dijo que cogiera un tren en Siguenza, pero pensé que poco a poco podría terminar.
Y al final terminé pero lejos de sentirme orgullosa de esta "hazaña", me siento una gran irresponsable.
Acabé con una necrosis muscular que podría haber tenido consecuencias tremendas.
Al día siguiente, me levanté con las piernas como si fuera un elefante y tenía muchos pequeños cardenales por las zonas dónde me dolía cuando pedaleaba.
Me fui a mi fisio dos días después porque las piernas seguían hinchadísimas.
Cuando me vio se echó las manos a la cabeza y dijo que me fuera a urgencias inmediatamente.
Me hizo un masaje de drenaje y salí con las piernas como nuevas. Al haber pasado ya varios días, dimos por hecho de que ya no me iba a pasar nada, pero atención a navegantes, si alguna vez tenéis algún sintóma parecido, hay que parar inmediatamente.
Estuve sin poder tocar la bici varias semanas, porque también me lesioné la rodilla. Fue una inflamación del tendón, pero me tuvo en el dique seco al menos tres semanas y con la PBP llamando a la puerta.
Al final, me recuperé muy bien, pero tantos parones cortaron mi entrenamiento y sabía que no iba en las mejores condiciones para la prueba.
Planeamos las vacaciones para que la PBP fuera el colofón a las mismas. Hicimos por nuestras cuenta un par de brevets de 200 por Francia, de este modo podía poner a prueba las piernas en rutas un poco más largas, pero sin machacarme demasiado. transcurre
La primera que hicimos transcurre por el Valle del Lot y Cahors, con un terreno suave de paisajes verdes y conocido por sus viñedos. Tuvimos bastante calor pero acabé con buenas sensaciones. Primera prueba superada.
La segunda ruta que elegimos fue el brevet 200 de Angers, que transcurre en parte por el Loira.
Es de las características a la anterior. Terreno suave para terminar de preparar las piernas.
Mi PBP- Llegó el momento de la verdad.
Aquí os voy a contar mi experiencia de la que mantengo sentimientos encontrados.
Es sin duda el acontecimiento más impresionante en el que he participado. Una auténtica fiesta del ciclismo, pero no pudo ser.
Llegamos a Rambouillet (Salida y meta) dos días antes de la prueba. Reservamos plaza para la furgo en meta y la verdad es que fue una auténtica gozada porque nos permitió estar en el centro de toda la actividad y disfrutar de la previa.
El ambiente es impresionante, gentes de todos los continentes, bicis de todo tipo, desde bicis tope gama, clásicas, bolidillos (que son una auténtica preciosidad) hasta bicis de ruedas extra gordas.
Te podías quedar horas y horas viendo bicicletas.
Los dos días previos a la salida no paró de diluviar, según las predicciones pararía justo para el día de la salida por la tarde, pero lo sí que es cierto que deslució mucho los prolegómenos.
El día anterior, hay que recoger dorsal y hacer el chequeo de la bici. Comprueban que todo esté en orden y sobre todo, prueban las luces tanto delantera como trasera.
La organización es impresionante. Una vez que formalizas la inscripción, eliges la franja horaria para recoger el dorsal y para hacer el "bike check".
También has de elegir el horario de salida. Creo recordar, que los primeros salían a las 16:00 h, nosotros elegimos las 18:30.
Una vez que finalizamos con los trámites, nos fuimos a tomar un "boul de sidre". Por supuesto, nos encontramos con todos los amigos de la larga de distancia, estábamos todos, pero la gente estaba muy dispersa en diferentes zonas, ya que en Rambouillet es prácticamente imposible encontrar alojamiento.
18 de Agosto de 2019
Y llegó el gran día. Amaneció lloviendo, pero si las previsiones no fallaban iría remitiendo paulatinamente a lo largo de la mañana y así fue.
Los primeros participantes salieron con el cielo prácticamente despejado y el suelo totalmente seco.
Dedicamos el día a preparar las bicis y a chequear todo el material. A continuación podéis ver mi checklist:
ROPA BICI | BICI Y OTROS | BOTIQUIN e HIGIENE PERSONAL | GADGETS |
Culotte | Bidones | Antiinflamatorios | Móvil |
Perfetto | Apidura traseras | Antihistamínicos | Wahoo |
Guantes cortos/largos | Apidura cuadro | Vaselina para rozaduras | GPS |
Manguitos | Herramientas | Toallitas húmedas | Powerbank |
Chaleco | Camaras | Pasta y cepillo dientes
| Enchufe USB |
Casco | Patilla de cambio | Klinex | Pilas |
Impermeable | Llave carbono | Apósitos | Baterías |
Perneras | Luces bici | Tapones oídos | Cargador bici
|
Gafas brevets | Mini candado | Crema solar
| Boli |
Manta supervivencia |
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| Dinero y tarjetas |
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| Documentación |
Una vez que tuvimos todo en orden, ya solo que daba esperar.
Pudimos ver la salida desde la A hasta la K que éramos nosotros.
Los nervios se incrementaban a medida que se acercaba la hora, en esos momentos me hubiera gustado salir de las primeras, así te quitas esa horrible espera.
18 de Agosto 18:30 Salida- Nervios, expectación, necesitaba empezar a dar pedales.
Tardamos una buena media hora en salir del recinto, una vez fuera empecé a sentir la emoción de formar parte de aquella locura. Miles de ciclistas y cientos de personas animando a cada paso.
La rutina de la prueba es muy sencilla, dar pedales y llegar al siguiente control.
Existen controles dónde hay que sellar y certificar el paso, ya que también se controla el tiempo de llegada a los mismos. Si llegas fuera de tiempo a un control, quedas inmediatamente descalificado.
En dichos controles existen zonas de avituallamiento y descanso, suelen ser polideportivos o institutos y están abiertos las 24 horas y atendidos por voluntarios.
Me habían aconsejado que reservara por lo menos un par de sitios para poder descansar en una cama en condiciones. Ya que vas a dormir tres horas, hacerlo lo mejor posible.
Iñigo me dijo que iría conmigo y que planificara yo los descansos.
Así pues, decidí que haríamos 521 km del tirón hasta llegar al control de Carhaix-Plouguer. Allí teníamos reservada una habitación en una casa para poder descansar unas horas.
La primera noche fue un desastre, perdimos muchísimo tiempo tanto en sellar como en avituallarnos. Perdimos unas horas preciosas de las que luego me arrepentí.
Hay 5 controles obligatorios antes de llegar hasta nuestro primer destino y parecía que íbamos a por uvas. Un auténtico desastre. Pero no éramos conscientes del tiempo que perdíamos cada vez que parábamos. Pagamos la falta de experiencia.
También, he de decir que habíamos subestimado un poco la prueba. Sobre el papel parecía todo mucho más fácil, pero la realidad te pone en tu sitio.
Pedaleamos con viento en contra prácticamente hasta Brest y aunque no hay grandes subidas, te enfrentas a un terreno rompepiernas y bastante pestoso durante muchos km.
Vamos, que no da tregua y como no espabiles en los controles te vas comiendo el tiempo.
Ya en la primera noche, veíamos gente tirada en las cunetas durmiendo. si no aguantas ni la primera noche, vas mal para este tipo de pruebas. Por lo visto, la mayoría de los asiáticos se retiran la primera noche.
19 de Agosto
Pasamos todo el día pedaleando, yo iba disfrutando y parando de vez en cuando a tomar un café o algún zumo que ponían la gente fuera de sus casas. Otra cosa que no debí haber hecho, pero les hacía ilusión que pararas un rato y hablaras con ellos.
En la mayoría de los casos, dejaban una mesita con algo de fruta, agua y café durante toda la noche.
Mi previsiones de llegar a Carhaix sobre las 19:00 h se fueron al traste. Mi sello de control fue a las 22:40.
Decidimos que Iñigo tirara para llegar cuanto antes, ya que no queríamos llegar demasiado tarde y despertar a los dueños.
20 de Agosto 4:30 am
Salimos de Carhaix en dirección Brest, hacía un frío tremendo y con muchísima humedad. Los primeros Km transcurrieron de noche y con algo de niebla.
Ésta es la parte más montañosa de la ruta. Para llegar a Brest tienes que superar un puertecillo, no es largo ni tampoco entraña ninguna dificultad, pero ya tienes más de 500 km en las piernas.
La llegada a Brest fue espectacular, cruzando el puente en un día espectacular. Además ya sabes que tienes la mitad de la prueba en el bolsillo y te da alas.
Sellé en el control de Brest a las 9:20 y aprovechamos para desayunar.
Allí nos encontramos con varios amigos, varios de cuales se iban a retirar por lesiones.
Yo llevaba el cuello bastante cargado, pero iba genial de piernas, que después de lo que me había pasado, era lo que más me preocupaba.
La idea era llegar hasta el km 843 donde teníamos reservada otra habitación para descansar unas horas y después seguir de un tirón hasta Rambouillet.
Iba estupendamente y ahora ya éramos conscientes de que no podíamos perder tanto tiempo en los controles y que había que minimizar al máximo las paradas.
Iba feliz, con tiempo de sobra y bastante bien de fuerza. Lo único que me estaba fastidiando era el cuello, que empezaba a martirizarme un poco.
En el siguiente control, decidí tomarme un enantyum, aunque soy muy reacia a tomar este tipo de medicamentos, la PBP bien vale un antiinflamatorio.
Parece que hice efecto y milagrosamente me calmó muchísimo el dolor.
Estaba feliz, el cuello ya no me dolía y las piernas iban genial.
En el km 760 aprox. empecé a notar que algo no iba bien. No sabía que era pero me sentía rara.
Notaba algo extraño en el cuello, pero curiosamente ya no me dolía.
Paré, hice unos ejercicios de estiramiento de cuello y continué la marcha. Me seguía notando como que el cuello no sujetaba la cabeza.
Tardé en darme cuenta, pero fue en un stop, cuando intenté levantar la cabeza para ver si venían coches, y es cuando supe que no podía levantarla.
La sensación es inexplicable, me entró terror. Pensé que me había quedado paralizada.
Me detuve unos minutos y el cuello parecía que se movía perfectamente, así que continué la marcha. Cuando iba en bajada, no notaba nada, pero en el momento que comenzaba la más leve subida, el cuello se quedaba inmóvil, era como si la musculatura del cuello se hubiera rebelado y me dijera, no quiero trabajar para ti.
Fue horrible y peligroso, porque cada vez que había un cruce, rotonda o similar, tenía que sujetarme la cabeza con la mano para poder levantar la mirada.
Iñigo iba por delante, así que le llamé y le dije que no me encontraba bien, que no podía dar dos pedaladas seguidas sin que se me cayera la cabeza. Empecé a ser consciente de que el crono iba en mi contra, a esa velocidad no llegaría a tiempo al siguiente control.
Me vino a la cabeza el "Saturno devorando a su hijo" de Goya. Cronos gobernando el curso del tiempo y yo siendo devorada por él.
Tenía que descansar y ver si se me pasaba para poder seguir, de lo contrario tendría que retirarme.
Así que llegué como pude al control de Loudeac (Km 783) y decidí descansar un poco.
Le dije a Iñigo que continuara pero obviamente se negó en rotundo a dejarme sola.
Pensé que me vendría bien darme una ducha, así que nos dirigimos al pabellón para pagar por la ducha y la cama. No recuerdo bien lo que costaba, pero no creo que fueran más de dos euros.
Aquí se produjo una situación hilarante.
estaban los voluntarios en una mesa y en la parte de atrás estaban las duchas masculinas. Vamos, que según hablaba con el señor, tenía un tío en pelotas en mi campo visual.
Le pregunté si las duchas de mujeres estaban separas a lo que me respondió, que por supuesto, madame. Lo que no me dijo es que para llegar a las mismas había que atravesar el vestuario masculino y por supuesto invadiendo la intimidad del mismo. A esas alturas, ya nos daba lo mismo todo, pero reconozco que me hizo reír.
A continuación, cenamos un poco y nos metimos al catre. Hacía un frío de mil demonios, así que me cubrí con una manta que vaya usted a saber cuántas personas habrían pasado ya por ella.
Me cubrí hasta la cabeza y cuando llegaron a despertarme, el voluntario tuvo que estirar con fuerza para destaparme.
21 de Agosto 1:30 am
Salí de Loudeac confiada en que el cuello se hubiera relajado. Empecé bastante bien y pensé que había superado el problema, pero al cabo de unos cuantos km, otra vez me negaba a levantar cabeza... ¡Qué buena expresión! Sé lo que significa literalmente.
En el siguiente pueblo, tomé la decisión más dolorosa que pude, decidí retirarme.
No era de recibo continuar en esas condiciones. Iba tan despacio, que en cualquier caso, no llegaría a tiempo al siguiente control y además estaba ralentizando a Iñigo.
Le dije que continuara que yo ya me las arreglaría para volver a París. Una Randonneur que se precie, tiene que ser autosuficiente en las duras y las maduras.
Barajé la posibilidad de quedarme a dormir en algún cajero o algo así, hasta que se hiciera de día.
Vi que había unos baños públicos cubiertos, y pensé que sería un buen sitio para salir del paso.
Nada más abrir la puerta, empiezo a escuchar ronquidos y descubro que había los menos 4 personas durmiendo.
Decidí desandar mis pasos y volver al control de Loudeac y allí ya me recomendarían la mejor forma de volver a París.
Los km de vuelta a Loudeac yendo en dirección contraria a todo el mundo, han sido de las experiencias más tristes que he tenido encima de la bici. Llevaba horas y horas viendo lucecitas rojas y ahora de repente todo eran focos blancos.
Llegué al control a duras penas y con una sensación de derrota como nunca antes había sentido. Ya sé que hacerse 800 km habiendo dormido escasamente 5 horas, parece muy meritorio, pero mi destino era París y no pude alcanzarlo.
Cuando llegué al control, fui al centro de ayuda y se portaron genial. Me informaron de la estación de trenes más cercana y llamaron un taxi para llevarme hasta allí.
Llegaron un par de americanos que también habían abandonado y les conté mis planes, y que estaría encantada de compartir el taxi y así nos saldría más barato. Era una furgoneta en la que podían entrar 4 pax con sus bicis correspondientes.
Así que nos fuimos hasta St. Breuc y allí esperamos el TGV hasta París Montparnasse.
Uno de ellos era médico y le conté lo que me había pasado y me dijo, es un
Síndrome de cuello de Shermer de libro. Le pasa a mucha gente en la larga distancia.
El articulo al que hago referencia es de mi fisio, lo creó gracias a mí (Jajajajaja)
El recuerdo de esta prueba sigue teniendo un sabor agridulce y todavía, aunque parezca extraño, me pone muy triste no haberla podido terminar.
Habrá otras pruebas y quien sabe, probablemente lo vuelva a intentar en 2023.
Iñiguito sí que lo consiguió... es un auténtico Txapeldun :-)